sábado, 31 de julio de 2010

ESPLENDOR EN LA HIERBA – VII TAPAS&BLOGS


Madrid. Una tarde de Julio. Un picnic. Parece una idea bastante loca, ¿a que sí? Yo también lo pensaba. Y lo sigo pensando, la verdad.

Todo surgió de los organizadores del Tapas&Blogs, una quedada de gastrobloggers (toma vocablo) que se celebra mensualmente en la capital. Para celebrar la continuidad del proyecto, la llegada del verano, la amistad y otras cien mil cosas, decidieron que lo mejor era que montásemos un picnic al que podríamos llevar algo cocinado por nosotros –para demostrar que somos capaces de hacerlo, y no unos malditos copiatextos y plagiafotos, supongo- y, además, también nos podían acompañar amigos, parejas, hijos,... Esto era para convencerles de que no somos locos peligrosos ni realizamos aquelarres en noches plenilunadas. En eso fallamos en cuanto aparecieron las viandas y en vez de atacarlas tenedor en ristre, como hubiese sido natural, nos pusimos a hacerles fotos. Se les veía en las caras sus pensamientos: “si es que no están bien, si es que no están bien”.

Yo ya sabía del Tapas&Blogs a través de otros locos de la comida que he conocido gracias al blog, al señor caralibro y al pajarico, pero entre horarios de bus, los propios del evento (que suele ser más bien nocturno) y la necesidad de quedarme en una bonita pensión, barata pero limpia... Pues no me veía. Así que me quedé con las ganas de conocer a Mario Sandoval y su restaurante, la verdad. Una lástima.

Sin embargo, esta vez se dio la clásica combinación de factores favorables y además me presionaron un poco (bendita presión), así que me vi un sábado, después de comer, subido a una sepulvedana (ese era el nombre de la antigua empresa de autocares que comunicó Talavera-sur-mer con Madrid durante años) con mi lata de galletas de mantequilla bajo el brazo, como un moderno Paco Martínez Soria, para qué engañarse. Y porque no tenía una gallina a mano.

Cuando llegamos nos metimos en el metro (ese que dicen que vuela, pero en realidad va bajo tierra) y tras un pequeño viaje salimos por una estación (me da un poco de miedo llamarlas “bocas”) hecha a lo moderno, en hormigón labrado del bueno. Después de dar unas cuantas vueltas por un bonito y soleado barrio popular de la capital, llegamos al punto señalado por la organización. Como era de esperar, no había nadie.

Así que nos pusimos el disfraz de exploradores y dimos una vuelta por ese pinar reseco que es la Dehesa de la Villa. Por cierto, que dehesa más extraa. Ni encinas, ni cerditos ibéricos ni nada. Sólo hierba calcinada por el sol de julio. El hecho es que al final encontramos a un pequeño grupo de gente rara con cara de comilones, digo de gourmets :$

Poco a poco, empezó a llegar más gente y –tras la inicial ensalada de nervios- aparecieron caras conocidas, fueron fluyendo las charlas, las sonrisas, los mojitos de Minues… Y me fui dando cuenta de algunas cosas.

A saber: que esta gente es más maja aún en persona que vía teclado y eso que algunos ya parecen de la familia (me fastidia muchísimo que no pude hablar con todo el mundo, en serio, pero me tenía que volver pronto para no perder el bus de vuelta), que Anita no es tan pequeña como podrías pensar (y tiene una bonita sonrisa), que a los gallegos les gustan los pulpos de un modo preocupante, que algunas se ponen los cubiertos (chinos, eso sí) por montera, que es difícil ser bilingüe, que en toda reunión madrileña hay mucha gente “de fuera” (eso de que Madrid es una ciudad mucho más abierta y amable de lo que algunos piensan, ya lo sabía), que la nobleza viaja en zeppelín (además de ser unos tipos encantadores), que los mejores platos para llevar a una merienda suelen ser los más sencillo (¿nadie va a hablar de la cecina de Montse? ¿Y de la sobrasada vieja de Chis?), que mis galletas les gustaron a los niños... Creo que ya está bien, ¿no? Para que os hagáis una idea, ¡mirad las fotos! (Esa de arriba, en concreto, es de Anna).

En cuanto a la comida, que estaría bien hablar un poco de ella, mucha variedad. Sobre los manteles a cuadros -qué típico- se vieron desde tortillas de patata hasta cebiche y comida japonesa, sin olvidarnos de la sobrasada de Chis (es que me entusiasmó, en serio), la cecina de Montse o la patatera de Rafa. Y de postre… Pues Ana y Víctor se presentaron con unas magníficas -y libres de gluten- galletas mediterráneas; Laura y Luisete, con magdalenas con pepitas de chocolate Kuna Yala; Marta, con sus mil millones de copas de crema de mascarpone con cerezas en compota; Alfonso, con una riquísima tarta de nutella y el que suscribe llevó una lata de cookies de chocolate blanco y nueces, rebosantes de mantequilla. Los golosos somos así.

Ah, por primera vez el Tapas&Blogs tenía un patrocinador. La gente de Sandwich Léger llevó un montón de sándwiches de todos los sabores posibles (todas esas cajas que aparecen por las fotos). También aportaron la bebida, que si no la comida no pasa. Celina Lozano, de Celina Catering, se lo curró llevando tortillas (¿qué es una merienda sin tortillas, eh?) y creo que algún postre. Es que no lo podía probar todo, que uno tiene un límite.

Demasiado rápido, como pasan las cosas buenas, llegó la hora de irse. Un poco pronto, pero gracias a que los señores propietarios de la línea de bus decidieron hace no demasiado que la última posibilidad se salir hacia Talavera-sur-mer era a las diez de la noche (que eso es al final de la tarde en el estío castellano) uno tuvo que abandonar la fiesta a las ocho y media. Una hora indecente, lo sé.

De manera que me quedé sin hablar con algunos, habiendo saludado tan sólo a gente con la que uno charla prácticamente todos los días, sin haber podido escucharles (a alguna, en concreto, creo que le pude escuchar dos o tres palabras). En fin, ¡que habrá que repetir en otoño!

Cuando llegué a casa, un poco cansado, aún mantenía la sonrisa.


Les images:
Para que os hagáis una idea de cómo fue todo, os dejo algunos enlaces con fotos de tan magno acontecimiento hechas por algunos de los asistentes:

- Anna,
- Andoni,
- Alejandra,
- Fiona,
- Lau,
- Luisete
- Tapas&Blogs,
- y, por supuesto, las mías aquí.

* Si queréis que vuestra galería se pueda visitar desde aquí, mandadme un mensaje y edito la entrada.


Les recettes:
También quería compartir con vosotros las recetas de los platos que llevaron los bloggers al picnic. No están todas aún. Espero poder ofreceros más en unos días.

- Alfonso, llevó una fabulosa tarta de chocolate y Nutella;
- Ana y Víctor, llevaron rollitos de ensalada campera, empanada de atún y galletas mediterraneas;
- Ana, triángulos de queso feta y Coronation Chicken;
- Belén, Vichyssoise para más de dos;
- Damián (resulta que somos primos!), una mousse de salmón con muy buena pinta;
- Daniel y su familia (un saludo a Alma, la recién nacida y a Oriol),empanada de bacalao con pasas;
- Loreto, cebiche criollo de gambas;
- Luisete, Laura (y el pequeño Eric, uno de los protagonistas de la reunión) onigiri y magdalenas con pepitas de chocolate de Kuna Yala;
- Marta, con sus copas de mascarpone;
- Miquel, fue otra estrella con sus mojitos,
- Montse, cecina y patatas con alioli (esas no las vi);
- Paco, empanadillas de sobrasada y miel;
- Rafa, morcilla patatera, bonito en escabeche y pan de Mie;
- Sofía, pastel de pollo y quiche lorraine;
- por último, yo llevé una lata de cookies de chocolate blanco y nueces. Es esta receta, cambiando ingredientes.

* Igualmente, si no estáis y queréis estar, basta con decirlo.

Un abrazo a todos.

lunes, 19 de julio de 2010

COCINILLA II - POLLO AL CHILINDRÓN


Pollo al chilindrón. Yo oigo estas palabras y pienso en películas españolas en blanco y negro. En concreto, en José Luis López Vázquez diciendo servilmente aquello de: "Fernando Galindo, un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo". Y en Carpanta, que vivía debajo de un puente. Sería cuando en España no llovía, supongo. Este invierno el pobre Carpanta se hubiese tenido que ir a vivir al aeropuerto de Barajas. Es de esas cosas que uno asocia con algo antiguo como los muebles castellanos, los mocasines de colegio de monjas y los Guardias Civiles con mostacho.

También lo asocio con "el día de los pollos", una especie de romería culinaria que celebran en el pueblo de mi padre. No recuerdo cuál es el motivo, pero una vez al año -creo que a final del verano- los grupos de amigos se van al campo a comer gallináceas teñidas de rojo. La tradición consiste en llevar pollo con tomate (no es un chilindrón, exactamente), pero también suelen aparecer tortillas, pimientos fritos y filetes empanados. Ahora que lo pienso, no son muy imaginativos los de Las Herencias para los nombres, no.

Por cierto, aunque es de esas cosas "de toda la vida", la verdad es que esta receta lleva en mi casa poco tiempo. No me la sopló la abuela ni estaba apuntada en algún viejo cuaderno encontrado en la troje del pueblo. Salió de uno de esos muy recomendables recetarios que la revista Telva regala de vez en cuando. Fue Mme. Cocotte quien lo vio y pensó: "esto va a estar bueno". Y acertó, claro. Desde entonces se ha convertido en un fijo en casa. Y es que es fácil, barata, se congela bien... ¡Lo tiene todo para triunfar en la vida moderna!

El chilindrón es una manera de preparar el pollo -también se usa con otras carnes como el cordero, el magro de cerdo o la ternera, claro- que consiste en guisarla con tomate, cebolla y pimientos. A veces también se le añade jamón a esa salsa. Y ajo. Por lo que parece, es típico de la zona de Aragón, Navarra y el País Vasco. Chilindrón suena a maño, ¿no? Habrá que preguntar a los Gastrónomos del Ebro. De todas maneras, en internet me entero de que es muy común prepararlo para comer en Huesca por San Lorenzo, que para eso es el patrón de la ciudad.

Esta receta es un poco falsaria porque usamos tomate de bote, pero hay que facilitar las cosas. Además, con buscar uno que nos guste... Yo estoy usando ahora el de Hida que también hace un pisto estupendo (mejor que el de muchas madres, para qué engañarnos). Una idea que he visto por ahí ha sido hacerlo con pechugas de pollo. Así lo puedes llevar al parque, de paseo, sin portar armas blancas :) Ah, en esta receta se usan pimientos verdes, aunque lo habitual sería usarlos solamente rojos. A mí me gusta el sabor que da la mezcla de los dos tipos, pero no descarto hacerlo alguna vez sólo con colorados, porque tiene que quedar bien, ¿no?



POLLO AL CHILINDRÓN
Dificultad:
para cocineros novatos que quieran chuparse los dedos.

Ingredientes (6 personas. Invitad a algún amigo a comer):
  • 1 pollo de 1 kg y medio, troceado amablemente por nuestro carnicero.
  • 2 cebollas.
  • 1 pimiento rojo, gordito, jugoso... Se me hace la boca agua.
  • 3 pimientos verdes.
  • Salsa de tomate espesa al gusto (ahí está el truco).
  • Sal y pimienta.

Preparación:


1 Doramos el pollo en aceite de oliva. Cuando esté a nuestro gusto lo retiramos y lo reservamos.

2 Pelamos las cebollas y las picamos. Limpiamos los cuatro pimientos y los troceamos a nuestro gusto. En el aceite de freír el pollo, estofamos la cebolla y los pimientos. Añadimos la salsa de tomate y salpimentamos. Dependiendo de cómo de líquida queramos el chilindrón, añadiremos más o menos tomate. Dejamos cocer todo a fuego lento durante unos quince minutos.

3 Añadimos los trozos de pollo y lo cocemos todo junto durante otros veinte minutos. Después, lo servimos caliente.

Se conserva hasta dos días en la nevera y congela muy bien. Si se lo preparáis a vuestra pareja -o a quien quisiérais que lo fuese- seguro que os empieza a mirar con otros ojos ;) ¡Es el famoso poder afrodisíaco del pollo al chilindrón!