jueves, 9 de enero de 2014

À LA TÉLÉ (DONDE M. COCOTTE SE DA A CONOCER)

El 2013 ha sido una mierda de año un año complicado. Empezó bien, la verdad. Parecía que todo se iba a desarrollar con cierta normalidad esperanzadora pero como a la mitad comenzó a dar guerra. Afortunadamente, al final parece que va remontando, lo que no impide que uno se alegre de que haya extinguido como un dinosaurio al calor de un asteroide.


Eso me impidió escribir una entrada sobre esto (a veces el horno no está para bollos), pero no quiero dejarlo pasar. Forma parte del necesario repaso al año. Y éste es suave, pero en la tele se han pegado con ello desde antes de Navidad hasta el dos de enero. Daba miedo.

El caso es que una de las cosas más divertidas que me pasaron en el infausto 2013, fue lo de salir en la tele. Sí. Cocinando y todo, sí. Resulta que en la Radio-Televisión de Castilla-La Mancha (a los castellano-manchegos nos gustan los guiones, qué pasa) hay un programa de cocina –Miel sobre Hojuelas– al que invitan a cocineros profesionales con estrella, sin estrella y a gente que cocina en su casa, como yo. Los pobres estuvieron detrás de mí un montón de tiempo porque, como mi timidez está al borde de lo patológico, era muy reticente a ir por allí pero tengo que agradecer su empeño porque al final (spoiler) me lo pasé genial.

El caso es que al final me convencieron, y allá que fui. Que fuimos, porque me acompañó frère Cocotte, que es mi chofer en ocasiones porque en esta casa no creemos en los vehículos motorizados, aunque reconocemos que tienen su utilidad.


A la hora de elegir qué cocinar, la cosa fue así: ellos (en realidad fue María, de producción, que es la persona más amable y con más paciencia del orbe mundo) me propusieron que hiciese la horchata que tengo aquí, porque nunca se había hecho en el programa. Y como eso se tarda unos 30 milisegundos en preparar, había que cocinar algo más. El “algo más” resultó ser el pollo al chilindrón, que es más bien un pollo al pisto porque no lleva ni harina ni vino blanco ni es de origen aragonés ni nada, pero resultaba ser la receta más visitada del blog en ese momento. Eso dice mucho de vosotros, ¿lo sabíais?

La verdad es que me gustó la elección porque la horchata es de esas cosas ricas que te hacen pensar: “¿por qué no la hago más a menudo?” y el pollo es sencillo, barato, fácil de hacer y está bueno. Además ese día decidí hacerlo sólo con pechuga para preparar algo que cualquiera se puede llevar al trabajo y comerlo con un tenedor. Algunos pensaréis que es una bobada, pero no me parecía que llevar una receta superelaborada, en plan: “eh, que tengo un blog y vengo a petarlo”, fuese una buena idea. Una de las tendencias gastro del 2014 debería ser erradicar la tontuna de los blogs de cocina, pero va a ser complicado. Vamos, que pensé que si lo que quiero con este blog es animar a la gente a cocinar (y recopilar recetas, entretener y alguna cosa más, claro) no podía ir a hacer un croquembouche, ¿no? A veces tengo buenas ideas y todo.

En fin, que quedamos en que iría el 18 de febrero. En plan regalo de cumpleaños. (Veo que no lo sabíais: mi cumpleaños es el 16F. Acepto regalos en forma de jamones, caviar beluga o joyas antiguas).

Que te inviten a ir a la tele y más a cocinar –que por mucho que uno lo haga todos los días no es deja de ser una afición– es raro. Lo primero que piensas para quitarte presión es: “bueno, es la tele regional. No me va a ver tanta gente. Al menos, tanta gente que me conozca”. Porque al fin y al cabo, tienes un blog modesto y vives en una ciudad pequeña. Y usas un avatar en vez de un #selfie. Así te tranquilizas un poco.

Claro, que lo siguiente que piensas es: “bueno, tal vez lo vea alguno de mis vecinos. Y mi madre, claro. Y mis hermanos. Y mis tías. Y…”. Y en ese punto empiezas a ponerte nervioso. Mucho. Porque al final, supongo que a Lady Gaga también le pasará, lo que importa es lo que te diga tu gente. Y uno sabe que cuenta con el apoyo incondicional de Mme. Cocotte (ella es así) pero ¿y el resto? ¿Qué pasará cuando bajes a comprar el pan? Miedito.

Cuando llegamos a la tele, que está en Toledo, a tomar por saco muy lejos del centro, nos recibió una de las productoras del programa (que por lo que pude intuir son las que se encargan de que el programa se convierta en algo real) y nos llevó a una pequeña sala de espera. Como yo sé que en la tele está todo lleno de cámaras ocultas y a la mínima te hacen un Lydia Lozano, ni me moví. Estuve todo el rato sentadito mientras esperábamos a que nos llamasen. Ni curioseé lo que había detrás de los sofás, ni levanté los cuadros, ni robé los ceniceros ni nada. Me porté superbién.

Al rato, volvió la productora y me llevó a maquillaje. Allí, tuve la experiencia más rara de los últimos años. Un jovencísimo maquillador brasileño me aplicó a conciencia una gruesa capa de color naranja que después me costó un imperio quitarme de encima. Aún no lo he superado, así que disculpad que no pueda hablar de ello.

De ahí me llevaron al plató: focos, presentaciones, una cocina de verdad y un frigorífico lleno de cosas (pensaba que en la tele todo iba a ser de pega y me sorprendió), un presentador muy majete, luces, cámaras, acción y... El resto lo podéis ver aquí:


(En realidad, me encantó la experiencia. Todo el equipo me trató genial. Tanto María como Paula –la verdadera responsable de que fuese al programa—fueron muy atentas conmigo. Alfonso Hevia, el altísimo presentador, es un tipo muy simpático logró que se evaporasen mis nervios (al rato de empezar, eh, no inmediatamente). Y tanto Dani Sousa como todos los demás del equipo técnico hicieron auténtica magia con “un tío soso ahí cortando pollo”. Hasta la encargada de la limpieza, cuyo nombre lamentablemente no recuerdo, era de lo más maja. Así no me extraña que les salga el programa que les sale”.

Por si os interesa, tenéis una pequeña galería de fotos en el féisbuc de M. Cocotte. Soy moy completo, lo sé).




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